El exorcista: ¿Es Mike Flanagan la solución para salvar la franquicia? | Cine PREMIERE (2024)

Quién sabe qué entidad más diabólica que Pazuzu poseyó esta propiedad intelectual, pero por más que se ha intentado convertirla en una franquicia cinematográfica aclamada por el público —además de generadora de jugosos dividendos— en casi medio siglo no ha habido más que fracasos. Sobra decir que El exorcista (1973), la película original de William Friedkin, es una obra mayor dentro del cine de terror. Fue la primera del género en ser nominada al Óscar por Mejor película y un éxito demoledor en taquilla, contenedor de imágenes espeluznantes que hoy en día continúan estremeciendo a viejas y nuevas generaciones. Sin embargo, las secuelas y precuelas que vinieron después estuvieron lejos (muy lejos) de rendirle honores. ¿Podrá Mike Flanagan hacerle justicia finalmente a El exorcista?

El intento más reciente fue El exorcista: Creyentes (2023), que llegó a cines a manera de secuela directa del largometraje primigenio; aquél donde la pequeña Regan MacNeil (Linda Blair) cae en posesión de una entidad demoníaca, y su desesperada madre (Ellen Burstyn) accede a que la exorcicen. Ambos personajes aparecen también en la secuela, interpretados por las mismas actrices. Pero ni la nostalgia, ni la popularidad del género, ni la participación de Blumhouse Productions fueron suficientes para hacer de Creyentes la digna continuación que tanto se había prometido.

Con un desempeño taquillero por debajo del esperado y un surtido de críticas predominantemente negativas, aquella cinta estrenada en octubre de 2023 hizo a las compañías responsables pararse en seco y replantearse hacia dónde querían llevar la franquicia. No era sólo una cuestión de honor ni una deuda con el legado de Friedkin. Para Universal Pictures, se trataba de hacer valer el dineral invertido para producir y distribuir no una sino tres nuevas películas de El exorcista. Y para su mala fortuna, ya había cometido el primer strike.

La gran apuesta de Universal

En 2021, Universal Pictures desembolsó $400 millones de dólares para hacerse de los derechos de distribución de las próximas entregas de El exorcista; aquéllas que Morgan Creek Entertainment llevaba meses planeando, en complicidad con Blumhouse Productions.

Poco sorprendía que la major de Hollywood se sumara a la ecuación, considerando que ésta y la casa productora de Jason Blum han sido socias inseparables por años. Lo sorprendente era que se animara a invertir nueve cifras en una propiedad que —con base en su nefasto historial— no ofrecía ninguna garantía. Basta decir que de las cuatro secuelas/precuelas que hasta entonces se habían hecho, El exorcista III (1990) presumía ser la más “afortunada”, a pesar de sólo haber recaudado $39 millones de dólares a nivel mundial, frente a un presupuesto cercano a los $20 MDD.

Sin embargo, el novedoso proyecto tenía a su favor el involucramiento de David Gordon Green, quien tres años antes —respaldado por Universal y Blumhouse— había revivido otra mítica franquicia de terror con resultados muy favorables. Green dirigió y coescribió Halloween (2018), una secuela directa del homónimo largometraje de 1978, la cual contaba nuevamente con Jamie Lee Curtis en el elenco y se presentaba como la primera parte de una prometedora trilogía en torno al despiadado Michael Myers. Al final, la cinta acumuló $259 MDD en taquilla global, o sea, 25 veces el dinero que costó producirla.

En apariencia, lo que Blumhouse pretendía, de la mano de Morgan Creek, era aplicar esa misma fórmula al porvenir de El exorcista; es decir, darle a Green la oportunidad de comandar toda una nueva trilogía que tuviera una conexión directa con la cinta original. Y los $400 MDD invertidos fueron la manera en que Universal demostró (con creces) ser creyente de Creyentes y de las películas que vendrían después.

Blumhouse a la inversa

Para Blumhouse, incursionar en esta propiedad intelectual significó ir en contra de sus preceptos. Desde Actividad paranormal (2007) —que costó únicamente $215,000 dólares y recaudó $193 MDD en todo el mundo—, la compañía liderada por Jason Blum se fue haciendo de renombre, debido a que con relativamente poco dinero, estaba produciendo títulos que rompían la taquilla y se volvían rentables a niveles estratosféricos. La clave del éxito era, por un lado, conceder libertad creativa a los directores, confiando plenamente en su capacidad para contar historias cautivadoras; y por otra parte, pagar a la gente involucrada lo mínimo estipulado en contratos sindicales, con la promesa de darles una tajada de las ganancias.

No obstante, dicho modelo de bonificaciones y bajos presupuestos no tuvo cabida en El exorcista: Creyentes. Para empezar, esta película requirió una inversión de $30 MDD, que aunque sigue estando muy por debajo de lo que hoy en día cuesta hacer un blockbuster en Hollywood, es tres veces el presupuesto que regularmente se destina a un proyecto fílmico de esta compañía (la Halloween de 2018 costó, tal cual, $10 MDD). Luego, el acuerdo establecido con Universal permitiría a este estudio absorber todo el dinero que la cinta recaudara en taquilla, impidiendo a Blumhouse zambullirse en las ganancias y repartirlas como usualmente hacía.

En entrevista con Fortune (vía), el propio Blum reconoció que aquel acuerdo era “del tipo inverso” a cualquier otro que su empresa hubiera firmado con anterioridad. Pero no pudo resistir la tentación. Lo que más importaba era tomar las riendas de una franquicia enormemente significativa, con la cual Blumhouse pudiera acrecentar su prestigio y demostrar que puede manejar presupuestos cada vez más elevados sin que la calidad de sus historias se vea comprometida. Aún podría cumplir con ese cometido, a pesar del primer intento fallido.

Un mal comienzo

En su primer fin de semana, El exorcista: Creyentes acumuló $27.2 MDD en EE.UU. y Canadá, habiéndose exhibido en más de 3,500 salas de cine. No era un pésimo número en materia de recaudaciones, pero no era tampoco el mínimo de $35 MDD que se codiciaba para el debut. La realidad fue 22% menor a la expectativa, y curiosamente ese mismo porcentaje es el que Creyentes ostenta en Rotten Tomatoes, a manera de calificación reprobatoria. “Gana puntos por intentar devolver la franquicia a sus terroríficas raíces, pero la falta de nuevas ideas y sustos hacen de éste un comienzo poco favorable para la nueva trilogía que se planea”, dicta el consenso de la crítica expuesto en el sitio web.

Monetariamente hablando, la película de David Gordon Green se mantuvo a flote, gracias a los $136 MDD con los que concluyó su corrida en el mercado nacional e internacional. Sin embargo, igual de importante para Universal, Blumhouse y Morgan Creek era que el público empezara a apasionarse por la naciente saga fílmica, y eso no sucedió. Un analista de taquilla dijo a Variety que Creyentes gozaba de “muy poco impulso” e impulso era lo que más se necesitaba.

En enero de 2024, la sexta entrega de El exorcista fue nominada en varias categorías de los Razzie Awards, incluida la de Peor película. Y días antes de darse a conocerse estas candidaturas, los medios informaron que Green había renunciado a dirigir los siguientes proyectos de este exorcizante relanzamiento. Una continuación llamada The Exorcist: Deceiver ya estaba en desarrollo y prometía llegar a cines en 2025. No obstante, a la par de la salida del director, Universal dejó fuera aquel título de su calendario de estrenos. El panorama no era nada alentador… Pero no todo estaba perdido.

“Definitivamente vamos a hacer otra película de El exorcista, pero quiero más tiempo para averiguar cómo debe ser”, declaró Jason Blum en marzo. “Aún no tengo idea de cómo va a ser”.

Un cambio radical

Después de cuatros meses de incertidumbre, en los que la silla de director permaneció vacía, finalmente hubo noticias concretas. En mayo de 2024, se reveló que Mike Flanagan había tomado el lugar de David Gordon Green como cineasta a cargo de la próxima película de El exorcista. Ésta no tendrá nada que ver con The Exorcist: Deceiver (proyecto que probablemente ya esté en la papelera). Y si bien estará ambientada en el mismo universo ficcional, de ningún modo será una secuela de Creyentes, sino algo completamente nuevo. La aportación de Flanagan, según lo reportado hasta ahora, supondrá “un cambio radical” a todo lo que antes se había hecho dentro de la franquicia.

“Radical” no es una palabra novedosa. El año previo, Green la utilizó para hacer alusión a las decisiones creativas que tuvo que tomar a la hora de dirigir Creyentes, en aras de alejarse del fan service. No obstante, en el caso de Flanagan, aquel calificativo adquiere un cariz especial. A fin de cuentas, él debe mucho de su reputación a haberle dado la vuelta a los lugares comunes del horror desde sus primeras películas, algunas de las cuales justamente tuvieron el sello de Blumhouse; entre ellas, la fantasmagórica Oculus (2013) y el slasher Hush (2016).

Además de dirigir, Flanagan escribirá y producirá lo nuevo de El exorcista a través de su compañía Red Room Pictures, en complicidad con Blumhouse y Morgan Creek. El estreno de esta cinta —aún carente de título— está previsto para el 13 de marzo de 2026, cortesía de Universal Pictures.

“El exorcista es una de las razones por las que me convertí en cineasta. Es un honor tener la oportunidad de intentar algo fresco, audaz y terrorífico dentro de su universo”, declaró el realizador en un comunicado (vía). “Reunirme con mis amigos de Blumhouse, con los que he hecho algunos de mis trabajos favoritos, sólo hace que esto sea más emocionante”.

¿Es Mike Flanagan la opción ideal para El exorcista?

En realidad, Flanagan no ha tenido muchas oportunidades de probarse como un imán de dinero. Ostenta un par de éxitos taquilleros, incluida la cinta Ouija: El origen del mal (2016), que recaudó nueve veces su presupuesto de $9 MDD. Por otro lado, Doctor Sueño (2019) —que costó alrededor de $45 MDD— no fue ni mínimamente rentable, habiendo acumulado solamente $72 MDD en todo el mundo.

Pero al margen de lo monetario, el también creador de las populares series La maldición de Hill House (2018) y La caída de la casa Usher (2023) ha sabido sumergir al público en aterradoras situaciones paranormales sin sobreexplotar el jumpscare (lo ha hecho, aunque más a manera de comentario) ni otros gastadísimos trucos del género. Flanagan suele inclinarse por la confección de atmósferas y la construcción de personajes con vistas a involucrar al espectador en historias que, además de espeluznantes, son profundamente tristes.

Hasta ahora, toda película y show suyo ha sido bien recibido por la crítica, lo cual sienta un buen precedente. Aparte, hay una pequeño punto en común entre Flanagan y el autor de El exorcista —la novela original— que ultimadamente quizás sea intrascendente, pero no se pierde nada con tenerlo presente, y es la sanación que ambos encontraron en sus respectivas obras. El primero halló en la adaptación de Doctor Sueño la motivación para enfrentar sus problemas de alcohol, mientras que el neoyorquino William Peter Blatty escribió El exorcista para reforzar sus propias creencias posterior al fallecimiento de su madre.

En 2016, un usuario de X (antes Twitter) calificó Hush de Mike Flanagan como una sobresaliente película de terror. “Mike, gran trabajo”, escribió a continuación. Y ese usuario era William Friedkin. ¿Serán ésas las palabras de ultratumba que también reciba Flanagan, pero con motivo de su versión de El exorcista?